Después de un largo e intenso recorrido por el barrio gótico de Barcelona encontramos por casualidad esta tetería, un lugar perfecto para un alto en el camino y reponer fuerzas.
Ya desde fuera llama la atención el interior del local, su intima iluminación contrasta con el color personal y atrevido de sus paredes y con lo variopinto de su mobiliario, piezas de distintos estilos, épocas y culturas que se mezclan en perfecta armonía. Todo esto unido a la exposición de pinturas que cuelgan de sus paredes, crea un ambiente bohemio que invita a la charla, la lectura o simplemente al relax de la observación o meditación.

En su carta podemos encontrar aromáticos cafés, apetecibles tés, refrescantes Lassi con frutas, zumos naturales que acompañados con sus dulces, sandwiches y ensaladas harán de la visita un momento agradablemente especial.
Me encantó el Chai y los alfajores de dulce de leche.
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